viernes, marzo 23, 2007

Carta al Doctor


Mis amores han sido un cúmulo de intensidad rota.
Mis manos siempre han latido impares para un vuelo efímero.
Pero yo soy así. Intensa y lúgubre. Solitariamente feliz.
Aún no aprenden a aprehender esta boca nutrida de besos.
Ni mi estado conductual inmunizado de manías propias.
Y usted dice que no amo éste cuerpo congruente de anti-reglas.
Si me he hecho ojos universalmente. Hasta mis pezones
pestañean y se guiñan un secreto diariamente.
O talvez me creo demasiada cosa. No “cosa” jamás.
Más bien soy el mar. Porque quiera o no arrastro a mi costado
inmundicia y ternura. Soy una esponja pasiva.
Me he acostumbrado a terminar en ola y consolar lenguas
con mi estado salobre y esas pintitas de glucosa aún mías.
A veces creo que poseo una capa de poderes paradójicos
y puedo metamorfosear el núcleo de este mundo impío.
Yo no me ahogo en un vaso de agua, lamentablemente
tengo branquias de reserva y nado ausente.
Dicen que busco la depresión como tesoro incalculable
-puede ser- hasta mi compañera (que es el escudo más
dulce que he tumbado en mi vida) concuerda con el gentío
que me cree loca.
Estoy en problemas querido Doctor, y la médula esta encantada
de ese riesgo de fugarme del mapa humano.
No es que no me ame. No concibo la idea de que no me amen.
Yo que soy libélula, árbol almacenando ramas. Yo, amor.
Necesariamente me he convertido en una hipocondríaca falta de genes
para cumplir semejante diagnóstico, pues a mi me agrada la idea
de enfermarme de horas, o de algún alérgeno que aniquile el virus querido.
Tienen miedo de mi niña ataviada de concupiscencia. ¡Bah!
Es como si me dijeran que en su oficinista vida
Nunca se han masturbado con una lágrima inexistente, o con un fantasma.
Pero no sólo de amor vive el hombre me susurran. Es cierto.
Pero la mujer pare amor y se alimenta de sus hijos. Pero la mujer no es hombre.
Ya descubrí que mi madre es un pretexto. Que soy tan sucia como a los que beso.
¿O que soy valiente?. Hoy sé que puedo, cuando cierta alba me observaba
ingerir pastillitas de colores como si en ello me bastara las banderas del mundo
(las fronteras).
He tomado un baño con alma y todo, para que hasta ella se limpie un poco
acaricié el miedo, lo abracé, lloró… y me dijo: nunca más me dejes solo.
Y desperté. Aún soy triste pero me amo así. La mirada me llora docenas de vergüenzas
Discúlpeme el tiempo. Discúlpeme su vida. Esta pérdida de insomnios bien lucrados.

Dina

viernes, marzo 02, 2007

Last Breath


¿Un suicidio para contrastar
la fuga incrédula de médulas?
Un mural de bocas enmascarando
tu beso de ciénagas amnésicas...
Único.

Sobredosis de películas mundanas
o de un recuerdo de alevillas
cobijando el estómago...
entre restos de postres acres
como si eso me endulzara las lágrimas...
si siempre terminan en un retrato sódico
contorsionando el mismo miedo
de todas las lunas... mi locura saturnal
que es más cuerda que la bufanda
azul-rojiza ataviando mi cuello.
Única.

Como tu fervor transparente
sin manos, sin pies, sin pestañeos
un halo de dudas mutilando neuronas
mi muerte oxigenada de espinas
cuando ya los pétalos han caído
Únicamente tú.

06:06 p.m. 01/03/2007