sábado, marzo 21, 2009

Óleo

Ninfa, Dina Bellrham

El tiempo reposa en mis fosas nasales y es absurdo. Destruyo el nudo de la soga de mi péndulo, abrazo el cuerpo cansado de mi perro. La soledad me habla su mundo de floreros sordomudos. Ni a los niños en mis vías les permiten correr como estufas incendiarias. No he podido pestañear las resbaladeras de antaño, los ojos de mis manos quedaron adosados a cataratas, prisioneros. La sangre nunca más vio la contaminación de los carruseles. Hasta mis lágrimas están en prisión, cuajadas inventando los delitos. Hiedo a lámparas y a focos de velador pues me arrancaron las luciérnagas de los pezones. Ya ni hablar de mi columna que hoy carga smokings almidonados, suben y bajan semejando escaleras eléctricas de malles, jugando como aquellas pandemias recién preñadas.

jueves, marzo 12, 2009

La insensible

Henry Fuseli, Silence



La insensible
jamás nutrió el bonsái
que habitaba en su ojo
descubrió que abrir las piernas
era más fácil que abrir los brazos
por eso revienta sus grifos
y enciende sus cuernos.
La insensible
mató la cuna y los pezones del hambre
nació columpio
y pronto se deshizo de los niños,
amarla es irrumpir el silencio de las piedras.
La insensible
por insensible dejará huérfana su sombra.
Romperá su voz de lluvia
para olvidar la melancolía de los dientes.
La insensible transita en su diástole,
como su padre hecho ovillo
en alguna botella fermentada de espinas.
Importa poco su esqueleto fútil
y la jauría carcomiendo los retratos.
La insensible prefirió arrancar sus oídos
a los relámpagos en su pecho.

lunes, marzo 02, 2009

Fugacidades

Dreaming of you, Talantbek

El cuerpo se acuerda de un amor como encender la lámpara.
Alejandra Pizarnik.


Las muertes momentáneas se escabullen en los retretes mientras gasto mi sexta uña. Vos golpeas horizontal tu disnea y el tiempo pasa por ti como los trenes del sur: marchitos. Yo soy el vacío devorado por polillas y espectros, soy más que eso, soy el repetido roer de los baúles abandonados en los áticos. Me aman vestida pues mi fachada produce náuseas y lágrimas, elevar mis piernas y gritar, elevar mis piernas y romperme en miles de voces. Los besos en la boca cuestan veinte dólares y me estoy quedando sin monedas. Qué difícil parar las llamas cuando el incendio lleva años transitando en las misma llagas. Meretriz. Soy tu meretriz de cartera, y siempre termino en el baño suplicando muerte a mi reflejo. Las sonrisas se disocian cuando caen las cutículas. Prendo otro dedo, roncas y absorbes las paredes. El vacío resbala a mis pies. Hacernos los cuerdos no conviene cuando las lágrimas nos tiemblan en los ojos, cuajadas, estacionadas. Por eso nunca encendemos las luces, para que los amores no aparezcan cual fantasmas suplicando abrir sus tumbas.


Talantbek