jueves, julio 10, 2008

A

Imagen: Asesinado por el cielo, Eduardo Naranjo

“Más que por la A de amor estoy por la A
de asma, y me ahogo
de tu no aire, ábreme”


G. Rojas.

La tumba me zumba desde la epiglotis. Cómo duele lanzar un grito en medio de los árboles. Respirar se me ha vuelto tan desesperante. Ah! disnea, disnea... esa capacidad la tuya de dejarme trémula en media vereda, en media cena, en media distancia hacia el apocalíptico murmullo de los bronquios, que gimen su tortura; y pensar que quería usar la bufanda para apresurar el salto de canguro del miocardio. Están de luto las sextas uñas. Vocifero una espuma de hematíes y las palabras me salen cortadas, ahogadas… La tos es la muerte del amor de cantinas. La tos nos escatima súplicas a la afonía verde de los insectos. Y pensar que siempre quiero marcharme dejando las maletas debajo del catre, y el abrigo puesto en el cuerpo de otra.