La insensible
jamás nutrió el bonsái
que habitaba en su ojo
descubrió que abrir las piernas
era más fácil que abrir los brazos
por eso revienta sus grifos
y enciende sus cuernos.
La insensible
mató la cuna y los pezones del hambre
nació columpio
y pronto se deshizo de los niños,
amarla es irrumpir el silencio de las piedras.
La insensible
por insensible dejará huérfana su sombra.
Romperá su voz de lluvia
para olvidar la melancolía de los dientes.
La insensible transita en su diástole,
como su padre hecho ovillo
en alguna botella fermentada de espinas.
Importa poco su esqueleto fútil
y la jauría carcomiendo los retratos.
La insensible prefirió arrancar sus oídos
a los relámpagos en su pecho.
5 comentarios:
Conozco de esto. Jamás fui esto y siempre lo fui. Hay una insensible dentro que algunos natos insensibles logran exhumar. Aún me quedan muchas muertes y muchas decepciones para graduarme de insensible, fría y calculadora; eso suele pasarle a las sensibles.
Te quiero desde ya, hay mucho de ti en mi
Un abrazo de helio
Mafie
L. S. Márquez
¿Lo entendió ud así?
Supongo que es lo maravilloso de la poesía. La variedad de interpretaciones. Pero está de más decir que el comentario suyo no es estúpido, tal vez ud. lo sea.
La insensible se mira a sí misma y se ve insensible. ¿Qué tipo de insensibilidad es esa?
A
Hola La-Dina.
¿Sigues teniendo monedas?
Al menos treinta denarios.
Abrazo
Sol
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